lunes, 21 de octubre de 2013

Estreno del taller con lanas e hilos


Los fines de semana de octubre estrenamos el taller, el jardín y la casa con los cursos de hilar. Para mí fue un éxito; alumnas muy interesadas, buen rollo, una convivencia como me había imaginado y ¡todas aprendieron a hilar!

 

Hacía algo fresquito el sábado por la mañana. Subimos al piso de arriba, donde está instalado mi taller (quedan detalles, pero ya está operativo). Vimos vellones de distintas razas de ovejas; latxa, xalda, churra, castellana, merina y un vellón de una raza holandesa. Comparamos las distintas fibras, grosor, longitud, si estaban más o menos rizadas, más o menos suaves…. Limpiamos una parte de un vellón y tocó el café de media mañana. A partir de este momento salió el sol y el resto del día desarrollamos en el jardín al calorcito del sol.

 

Tocó lavar, cardar y empezamos a hilar con el huso. Después de la comida alguna ya salió con un hilo más o menos aceptable. Visitamos el Museo Etnográfico de San Andrés, comentando algunas piezas interesantes que están expuestas allí.

 

El domingo la misma receta: Primero al taller para ver el funcionamiento del cardador de tambor, cómo se limpia este y comparar distintas formas de cardar. Café de media mañana y….. salió el sol. Concluimos torciendo los hilos hilados y ….. despedida y hasta el fin de semana que viene, porque Silvia y Maialen seguirán su aprendizaje de hilar con rueca.

 

El sábado siguiente se juntó Kris al grupito. El año pasado ya hizo el curso de hilar con huso. Comentamos sobre los distintos tipos de ruecas de pedal o máquinas de hilar: de doble correa, Irish tensión, Scottish tensión, doble pedal, un pedal. Probamos todos los sistemas. Bajamos todas las ruecas al jardín, porque ¡otra vez salió el sol!

 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
El domingo continuamos, pero esta vez dentro de casa (el sol no apareció a la hora del café). Había suma concentración. A alguna le resultó más fácil que a otra. Pero…. todo el mundo aprende a andar en bicicleta ¿verdad? A algunos les cuesta un poco más que a otros, pero al final andamos igual de bien. Claro que con la práctica unos andan más rápido, otros tiene más aguante y alguno anda con las manos sueltas (aquí se acaba la comparación con la rueca de pedal).

 

Las tres nuevas hilanderas se despidieron y yo me quedé solita, recogiendo trozos de lanas, hilos por toda la casa y muy satisfecha. Nuevos hilos hemos hilado. …..y la rueda giraba y el hilo se hilaba y la rueca dijo “run run”……

 

Repetimos, dentro de poco.