De repente lo noto, todos los años lo noto. Es otro olor, otra luz, otra sensación en la piel y otro viento en el pelo: Se ha acabado el verano. Ayer fue este momento. Y como si de un mensaje se tratara, encuentro a llegar a casa, esta golondrina en el alfeizar de mi ventana.
Me llena de melancolía. Ya no irá a África o donde sea. No me despertará con su escandaloso parloteo por la mañana. Calladita y bonita se quedará aquí.
Empieza la hora de volverse para dentro, prepararse para el invierno (durillo aquí). Encender la estufita (tengo que traer la leña para casa), escribir más en el blog, recoger la casa, ordenar las cosas (a ver si es verdad).
Bueno al final ni tan mal. Ya me he animado.
Se ha acabado el período de playas, broncearse al sol, cubatas en la terraza. Cambiemos el mundo mientras, para que vuelvan las golondrinas a un país donde hay aguas claras para todos, huertas para alimentarnos bien, gente riendo porque nos sentimos libres, como las golondrinas…..
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